La gente mala

Ayer mi mami me contó historias. Historias de galgos, como yo que no tienen una buena familia. Historias muy tristes.
Antes de vivir con mis papis yo vivía en otro sitio. Con mucho campo, como en la Torre, pero no me lo pasaba bien. Era muy triste. Eramos muchos galgos y nos teníamos que pelear por un trozo de comida.
Ayer me explicó cosas horribles que pasan. Sé que os puedo poner un poco tristes, pero os lo tengo que contar.
A muchos galgos les pegan. Los maltratan. Los tiran a los pozos para que allí se mueran. Los cuelgan de un árbol para que sufran. A otros los disparan. Les tiran piedras. Los abandonan. Esto lo hace la gente mala.
Me contó una historia que pasó en Burgos. En Martos. En Sevilla. En tantos sitios que casi ni me acuerdo, o no quiero recordar.
Pero la gente se piensa que no somos nada. Que no tenemos sentimientos.
Mi mami me dice que le gustaría que yo tuviera un hermanito. El que me enseñó las fotos, que una angelita llamada Marta rescató en Burgos. Dice que es nuestro hermano pijo (un galgo afgano) pero me pareció muy desgraciado. Qué le pasará? No podemos traerlo a casa, porque yo me pondría muy celosa, pero ella está triste. Sólo piensa en todos a los que no puede salvar.
Yo sólo le digo que nosotros tenemos una constelación.
Una constelación donde van todos los galgos que no se pueden salvar. Todos aquellos que han sufrido y los que después de tanto sufrimiento han encontrado una buena familia como yo. Como Hada, que aunque no la conocía en persona sabía que vivía en una casa muy bien cuidada. Que fue muy feliz. Que la querían muchísimo.

Si os fijais bien una noche de estrellas, seguro que podreis verla. Sinó, aquí os la dejo para que la busqueis en el firmamento.

Un lametón.